"Llegó el momento de escuchar a los actores del conflicto armado en Colombia"
La posibilidad de conocer de boca de los protagonistas del conflicto sobre la creación de grupos al margen de la ley, el reclutamiento forzado, la presunta participación del Estado, la Fuerza Pública, políticos e, incluso, empresas de alto renombre en delitos de lesa humanidad, tiene al país con los oídos y ojos puestos en las versiones voluntarias que integrantes de las FARC, como Rodrigo Londoño, conocido en el marco del conflicto armado como Timochenko y máximo dirigente del partido, o los exjefes paramilitares Salvatore Mancuso y Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, dieron y darían ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
De estas "Incómodas verdades" habla el profesor Andrés Barrios en su columna semanal en Pulzo. Los eufemismos y la falta de compromiso ante la verdad tienen amarrado al país en un círculo vicioso en el que sus protagonistas se desligan de sus responsabilidades con los actos, "dando relevancia a criminales que con verdades a medias quieren atenuar penas y reparar el mal causado, por muchos años, al núcleo poblacional de la nación", asegura el docente.
Esa arrogancia y actitud desafiante se multiplica no solo con la aparición de estos personajes en los medios, sino cuando en el ejercicio del periodismo se toman posiciones o se encubren verdades, acciones que siembran la suspicacia sobre el trabajo y dedicación investigativa de los comunicadores.
"La industria de la comunicación parece perdió su norte por la conexidad con la clase política y económica de la nación, infinidad de compromisos impiden la exposición de verdades que incomodan y exponen a ciertos personajes de la vida pública. [...] Caja de resonancia que se constituye en escenario de insultos y amenazas que sumen en el descrédito a ese cuarto poder que son los medios de comunicación y tanto efecto tienen sobre las masas", asevera el docente en la columna.
Mientras que el profesor Barrios llama a los medios a aplicar la imparcialidad y la objetividad de la que tanto alardean, pero poco aplican, también exige que la verdad de las masacres, asesinatos, desplazamientos y amedrentamientos sea contada. "Llegó el momento de escuchar a los actores del conflicto armado en Colombia y que digan en voz alta qué fue lo que verdaderamente pasó, cómo fue que ocurrieron los hechos, quiénes fueron los autores intelectuales, quiénes se señalan como determinadores y a quiénes benefició lo que acá ocurrió".
Pero para que esa verdad sea contada, insiste una vez más en una profunda reforma del "politizado" aparato judicial de Colombia, con el propósito de evitar filtraciones de fragmentos o piezas convenientes para acomodar la verdad de un expediente.
"La política y la justicia nacional evidencian su descomposición, la incómoda verdad recuerda la conexidad de actores democráticos con la violencia y la corrupción que sume en el desempleo, el hambre y la miseria a millones de colombianos que desde el inconformismo social parece por fin están abriendo los ojos y no van a ir como borregos en las próximas elecciones a votar por los mismos para que sigan en las mismas", concluye.
